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30 de noviembre de 2013

Yira, yira (1930)

Sin lugar a dudas una de las más grandes figuras del medio artístico en Argentina es el cantante, compositor y actor Carlos Gardel. La figura más prominente en la historia del Tango revolucionó la cultura de su tiempo, y a pesar de haber fallecido trágicamente en la cumbre de su carrera (víctima de un accidente aéreo), su nombre continúa siendo referente inconfundible de la cultura y música de la Argentina. Nacido en 1890, Gardel llegó a Buenos Aires siendo todavía un niño, y creció el barrio de Abasto.Como muchos cantantes de su época, Gardel comenzó su carrera cantando en bares, pero su talento como cantante y elegante porte pronto lo llevarían a los estudios a realizar grabaciones. Esto sucedió en 1917, mismo año en que el cine descubriría a Gardel, brindándole una participación importante en el melodrama "Flor de Durazno". Naturalmente, la carrera de Gardel en el cine no hizo gran progreso en la etapa muda, así que el Zorzal Criollo enfocó su camino a cantar. Sin embargo, para 1930 el sonido en el cine era ya una realidad, y el gran Carlos Gardel se encontraría nuevamente frente a las cámaras del cine.

Este reencuentro se daría a través de una serie de cortometrajes musicales realizados por el pionero del cine sonoro Eduardo Morera. "Yira, yira" sería uno de estos cortometrajes musicales, siguiendo un patrón que comenzaba Gardel haciendo una breve introducción al tema musical, para proseguir con la interpretación de la pieza por el mismo Gardel. En el caso de "Yira, yira", en la introducción participa no sólo Gardel, sino también su compositor, el legendario Enrique Santos Discépolo (entonces un joven de 29 años), a quien Gardel le pregunta el significado de la canción. Enrique explica que la canción se trata de la desesperanza y la soledad, a lo que Gardel responde sorprendido que eso es lo que el había pensado al descubrir la canción, aunque con la esperanza de que el protagonista de la canción sea un buen hombre a pesar de todo. Esto le parece divertido a Enrique Santos Discépolo, y ambas leyendas del tango ríen con camaradería. La escena corta a la interpretación de "Yira, yira" por Gardel, acompañado por un grupo musical.

Como en la todos los cortometrajes musicales de Morera, la pieza central del filme es por supuesto escuchar a Gardel cantar, sin embargo, en las introducciones a las canciones se puede apreciar la magnética personalidad del famoso cantante. En "Yira, yira", la introducción es doblemente interesante pues muestra a Enrique Santos Discépolo, compositor de este popular tango. Y a pesar de que el que los diálogos hayan sido escritos o improvisados no se puede saber a ciencia cierta, hay dos cosas que quedan claras: el respeto entre los dos artistas, y el gran talento natural que muestra Gardel frente a las cámaras. Es claro que tanto Morera como Gardel entendieron muy bien las posibilidades del cine sonoro como medio de acercarse al público, y es por esto que la imagen del cantante es cuidadosamente detallada en la introducción. Gardel se muestra como un humilde cantante, respetuoso de su compositor y dueño de una chispa e ingenuidad casi infantil. El hecho de que Santos Disépolo haga una pequeña broma a Gardel es parte de esto: Gardel es el dueño del reflector, pero no le importa compartirlo con sus amigos, con su gente.

Ahora bien, la interpretación que hace Gardel de "Yira, yira" es una de sus mejores, logrando capturar esa sensación de soledad y melancolía de la que habla Enrique Santos Discépolo en la introducción. El toque de ironía que la canción tiene no se pierde, aunque tal vez queda un poco disminuido por la fuerte, aunque melancólica esperanza que incluye la interpretación de Gardel, que le agrega un dejo de optimismo a la canción. El cantar tangos (especialmente en la época de Gardel) requiere un cierto énfasis dramático en la voz, no sólo por las típicas temáticas de amor perdido y tristeza, sino por la cadencia del ritmo. En este aspecto, Gardel hace un gran trabajo, y "Yira, yira" prueba que Morera no estaba errado cuando decidió que a pesar de la fallida experiencia de "Flor de Durazno", Carlos Gardel era un buen material para convertirse en ícono del cine. En la introducción, Carlos Gardel se pregunta con esperanza si el melancólico protagonista de "Yira, yira" es en el fondo un buen hombre. Cuando el Zorzal Criollo la canta, queda claro que en verdad lo es.

Como es de esperarse de aquellos tempranos experimento sonoro, la puesta en cámara de Morera es totalmente básica, con el fotógrafo Antonio Merayo encuadrando ambas escenas (introducción e interpretación) de manera simple pero efectiva, después de todo, lo que importa es el sonido. Merayo hace una composición más interesante cuando Gardel canta, aunque esto bien podría ser una decisión del director más que un defecto del lado de Merayo (haciendo a la introducción más "documental"). "Yira, yira", junto con otros nueve cortometrajes musicales de Morera se compilarían en 1931 para formar un largometraje musical titulado "Diez canciones de Gardel" ó "Encuadre de canciones"; sin embargo, los cortometrajes de Morera funcionan mejor en solitario, como fueron concebidos. En este aspecto, los cortometrajes de Gardel y Morera pueden verse como precursores de los vídeos musicales modernos. Dada la calidad de la interpretación de Gardel y el hecho de que Morera logro su cometido (probar que Gardel podría llegar a ser una estrella del cine), se puede decir que estos pequeños experimentos sonoros cumplieron su cometido.

10/10 
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